Por Claudio Velázquez @claudiovelaz
Cerro Corá y la decisión que cambió la historia: cuando un general paraguayo eligió preservar la nación sobre el honor militar.
Siempre se acostumbra a hablar de Francisco Solano López y los últimos días de aquel, al término de la Campaña de Cerro Corá, su muerte a manos de Correia da Cámara y las vivencias de los restos del ejército paraguayo. Poco se habla de lo que aconteció con el mítico Bernardino Caballero. ¿Dónde se encontraba? ¿Cuándo se rindió? Y finalmente, ¿Qué aconteció con él? En el presente breve texto, pretendemos salir de la figura central de Solano López y dedicar unas líneas a lo que fue de Caballero, en aquellos últimos días de la Guerra Guasu.
El guerrero que desafió a la muerte en múltiples ocasiones
Bernardino Caballero había desafiado en numerosísimas ocasiones a la muerte, había iniciado la guerra con una participación incluso en la Campaña de Mato Grosso con el grado de alférez y supo escalar gradualmente. Cuando el Ejército Paraguayo fue destruido como fuerza profesional en la batalla de Itá Ibaté, aquel último día de la batalla el 27 de diciembre de 1868, una fulminante carga de caballería liderada por él, permitió a los paraguayos una retirada de lo que quedaba. Los aliados se detienen luego de esto, y ya no se animarán en estas jornadas a una persecución sobre sus adversarios. La participación de Caballero continuará, y no con poca relevancia, se destaca en Pikada Diarte y Acosta Ñu, en la primera logra una emboscada y destrucción de unidades del ejército aliado. En Acosta Ñu, ya la mayoría conocemos el resultado.
La pieza clave en los últimos días de López
Caballero, que había recibido siempre la orden de Solano López de no dejarse tomar prisionero, se convertirá en la pieza clave de los restos de su ejército. Es conocida también las palabras de Caballero en las últimas semanas de campaña, acerca de cuidarse de la ira misma que Solano López acumulaba y que podía desembocar en castigos y reprimendas sobre los oficiales paraguayos. En esto se refiere el trabajo de Estanislao Zeballos.
Ya en el campamento de Cerro Corá en el mes de febrero de 1870, la última orden que López dio a Caballero fue la de ir al norte, en búsqueda de ganado que pueda servir de sustento a las deterioradas fuerzas paraguayas.
La misión que lo alejaría del destino fatal
La urgente necesidad de alimento motivó a esta misión. Algunos historiadores refieren que el Mariscal, temeroso de que su mejor oficial caiga en lo que sería la última resistencia, lo manda en misión alejada del sitio. Esto, desde luego, llevó a que el general, no esté presente el 1° de marzo de 1870 en la muerte de López.
Caballero deambula en la búsqueda de su objetivo durante más de un mes, y recién se rinde en la mañana del 8 de abril de 1870, con 50 exhaustos hombres. Su rendición fue dada ante el mayor Francisco Marqués Xavier, oficial brasilero enviado justamente en su búsqueda. No hay fuentes que mencionen cómo fueron las vivencias de Caballero en esos difíciles días ni su pasar. Tal vez algún día podamos disfrutar de la lectura de alguna novela histórica, que con alguna brillante literatura propia de varios autores paraguayos llenen esos episodios vacíos.
Del prisionero al constructor de la nueva patria
Para el 15 de mayo, el buque brasilero Princeza atraca en Asunción, traía consigo al general Caballero. El entonces presidente Rivarola lo invitó a formar parte de su gobierno, a lo que Caballero rechaza la propuesta. Es enviado a Río de Janeiro donde permanecerá en carácter de prisionero. Relatos mencionan sobre el interés que despertaba la figura de Caballero en su estadía en Río de Janeiro, por lo mítica de su figura en las filas paraguayas. Su incorporación a la masonería es parte de este período.
Para el mes de diciembre de 1870, Caballero vuelve y participa de intensa actividad política. Asume, al poco tiempo de volver, como ministro de Guerra y Marina, y ya su carrera política entra en ascenso. La figura del caudillo entra en la arena política y no se detendrá hasta el día de su muerte en 1912.
El legado del último general
La rendición de Bernardino Caballero representó más que una capitulación militar: fue el acto fundacional del Paraguay moderno. Su decisión de preservar las vidas de sus hombres y su posterior transformación en líder político demostró que, a veces, la verdadera valentía reside en saber cuándo deponer las armas para construir el futuro de la patria.
Por Claudio Velázquez
Docente Universitario
Especialista en Historia Militar
@claudiovelaz
Publicado en Gaceta Parnasus | Marzo 2022 | Vol. 12