Por Lucino Rodríguez Baroffi.
NIÑOS SOLDADOS DE ACOSTA ÑU
¿Dónde está la tropa? Dijo el Comandante, y en ese instante un alférez al frente de un pelotón dice con voz valiente, mi Coronel, ordene; somos la nación”.
Y eran dos soldados muy descoloridos los que en estatura doblaban al resto, que en primera línea se escuchaba apenas al enumerarse: —cuatro mi alférez.
Y el fuerte cierzo que venía raudo desde el boscaje e inhóspito campo de aquel Rubio Ñu robaba la frágil voz de tiernos niños en la formación.
Firme mi Teniente, dijo fuerte uno, que aún no tenía ni siquiera veinte, y atrás, un vacío… su lugar cubría un vibrante ausente del 12 anterior.
Y al lado apenas parado, desnudo, estaba un púber no más de catorce años, listo para enfrentar a la cruel hueste de hombres fornidos con arma feroz.
Ya eran muy pocos para un escuadrón, era un eslabón de una compañía, se extraía a alguien que en la otra horda diera el equilibrio entre los retazos.
Nada de fracasos si los nuestros pierden, ¿la derrota acaso no es del enemigo, que venciendo a niños alardea honor? es gritar horror de buen asesino.
¡No eran soldados! Eran unos párvulos ya muy desnutridos, más con la coraza de su corazón y su recia alma, ante la hambrienta hiena, la Alianza.
Hoy en estos tiempos de paz y de gloria, vamos a erigir los mil monumentos y así a los cientos niños que cayeran, démosle medallas de recordación.
Y el mayor honor al que nos debemos es alzar la patria con nuestra honradez, y aquella niñez no sienta en deshonra precio de su sangre, en pago soez.
OBRA DE LUCINO RODRÍGUEZ BAROFFI