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Home ARTÍCULO“Mañana, mañana y mañana”: por qué Macbeth sigue siendo la obra más inquietante de Shakespeare

“Mañana, mañana y mañana”: por qué Macbeth sigue siendo la obra más inquietante de Shakespeare

July 22, 2025• byadministrador

Por Manuel Vegega

La tragedia de Macbeth de William Shakespeare fue escrita en 1606 tras el ascenso al trono de Jacobo I, que unió a Inglaterra y Escocia y se convirtió en patrón de la compañía teatral de Shakespeare que pasó a llamarse “Los hombres del rey”. La obra se publicó por primera vez en 1623 y tiene de trasfondo político no solo la asunción al trono de Jacobo I sino que igualmente el intento de asesinato al rey conocido como la “Conspiración de la pólvora”, que pretendía hacer explotar el Parlamento inglés para acabar de un solo golpe con la familia real y gran parte de la aristocracia.

Un mundo de superstición y traiciones

Esta pieza de teatro está ambientada en un mundo de superstición, incertidumbre, traiciones y misterio, en donde la ambigüedad entre lo real e imaginario busca confundir deliberadamente a la audiencia. Macbeth incluso tiene la fama de ser una obra maldita y muchos actores no quieren llamarla por su nombre y se refieren a ella como la obra escocesa. La obra trata la historia de Macbeth, un jefe militar escocés, que tras una sangrienta batalla se encuentra con tres brujas que profetizan que será conde de Cawdor y rey de Escocia. Al cumplirse inmediatamente la primera profecía, Macbeth y su esposa, Lady Macbeth son llevados por la superstición y la ambición y traman el asesinato del bondadoso rey Duncan.

“Macbeth está basada en las crónicas de Holinshed”

Macbeth está basada en las crónicas de Holinshed. Las crónicas devienen de una idea del editor londinense Reyner Wolfe, que pretendió en 1548 publicar una ambiciosa obra de historia universal y cosmografía con mapas y descripciones del mundo bajo el título: “Cosmografía universal del mundo, con historias de cada nación conocida”. Sin embargo, su muerte truncó el proyecto que fue continuado con un menor alcance por su asistente Raphael Holinshed, que se enfocó en las islas británicas. Las crónicas de Holinshed son oficialmente llamadas: “Las crónicas de Inglaterra, Escocia e Irlanda” fueron publicadas en su primera edición en 1577 y su segunda edición en 1587, que fue la utilizada por William Shakespeare para escribir Macbeth. Las crónicas relatan la historia del rey Duncan, que lo describen como un rey débil y suave, en contraposición de Macbeth que es cruel, valiente y que gobierna durante 17 años con mano férrea.

La genialidad de Shakespeare: historia transformada en arte

Es interesante cómo Shakespeare utiliza esta base y cómo arcilla moldea la historia con añadidos más trágicos y espeluznantes, sacrificando el rigor histórico por la estética de la obra. En concreto, William fusiona la historia de Macbeth con episodios de otras historias de Holinshed como el reinado de Duffe, un rey escocés del siglo X que fue asesinado por un jefe militar a instancias de su esposa. Así como el reinado de Kenneth, que gobernó poco después de Duffe y asesina al hijo de este para preservar su trono. En estas historias también resaltan las acusaciones de brujería, reinados que caen en periodos tenebrosos y voces misteriosas que quitan el sueño a los reyes.

William Shakespeare condensa estas historias en una obra más breve, con más acción y más drama. El Macbeth de Shakespeare aglutina a Macbeth, Donwalde y Kenneth en un solo individuo para traer mayor impacto a su tragedia. El poeta inglés retrata el crimen de Macbeth y el castigo interno que sufren él y su esposa. Macbeth se deja atraer por los peligros de una profecía que, de no ser real, se convierte en real al ser cumplida por el protagonista, que cae bajo la paradoja de la predestinación o las profecías autocumplidas.

El simbolismo de las brujas y la sangre

En nuestra interpretación, las tres brujas que aparecen al inicio son una proyección del inconsciente de Macbeth. Aunque nunca queda claro. La primera frase misteriosa de las brujas: fair is foul and foul is fair, que en una traducción aproximativa puede significar lo bueno es malvado y lo malvado es bueno, da a entender que en la obra nada es lo que parece.

Macbeth cuenta con imágenes célebres como la comparación de dos ejércitos con nadadores: Como dos exhaustos nadadores que uno a otro, abrazados, asfixiaron su arte. Que avisa del destino de Macbeth y Lady Macbeth tras su búsqueda maquiavélica del poder.

Al igual, cuenta con repetidas metáforas sobre la sangre que inundan la obra con los crímenes cometidos por el atribulado protagonista: ¿Podrá lavar la sangre todo el gran océano de Neptuno? ¿Limpiarla de la mano? No, nunca; antes mi mano teñiría de rojo todos los mares infinitos, cubriendo el verde de escarlata. Más adelante se lamenta con su esposa: Ven, noche cegadora, ven; pon vendas en los tiernos ojos de este piadoso día, y con tu ensangrentada e invisible mano detén y rompe en mil pedazos esta gran atadura con la que palidezco. Luego, Macbeth en su descenso inequívoco a la locura, murmura: Será con sangre, dicen; la sangre llama a la sangre… Poco después asegura: He ido muy lejos en el camino de la sangre. Y por lo menos avanzase, tanto, daría por volver como por ganar la orilla opuesta. Lady Macbeth por su parte, también sufre el camino que siguieron y exclama a su doctor: Aún queda olor a sangre.

El soliloquio más famoso de Shakespeare

Ni todos los perfumes de Arabia endulzarían esta pequeña mano. El principal soliloquio de Macbeth: “Mañana, mañana y mañana” solo compite en trascendencia con el: “Ser o no ser, esa es la cuestión” de Hamlet, escrito por Shakespeare cinco años atrás. El rey Macbeth azotado por la muerte de su esposa y consumido por sus crímenes entra en cuenta que todas sus maquinaciones, vanidades y sueños, pasan volando y su vida como la de su pareja, su otra mitad, se apagarán pronto y todo lo que tramaron en realidad no significa nada, despertando en Macbeth una perspectiva nihilista de la vida. ¿Para qué asesinar al buen rey Duncan? ¿Por qué tanta ambición? ¿Las brujas existieron o su sombra lo empujó a cometer semejantes actos? ¿De qué sirvió todo? ¿Para qué tanto derramamiento de sangre? Si al final nos convertiremos en polvo, y todos nuestros dramas, sueños e ilusiones caen en el olvido y desaparecen en el tiempo.

La pluma de Shakespeare puede despertar pensamientos, reflexiones e ideas muy interesantes sobre la existencia y cómo encarar la vida. Un lector puede encontrar una filosofía muy bien trabajada en las obras completas de William Shakespeare y aprender tanto y más que leyendo a Platón, Séneca o Montaigne.

La perspectiva de un actor

El actor británico Sir Ian McKellen conocido por sus papeles de Gandalf en el Señor de los Anillos y Magneto en Los hombres X, actuó en las obras de Shakespeare durante toda su carrera. En 1979, durante un taller de teatro, compartió unas reflexiones reveladoras que nos ayudan a comprender mejor la relación de un actor y el trabajo de Shakespeare.

McKellen conversando con otros actores sobre Macbeth realiza una analogía entre un magnífico pianista que por momentos, uno no está seguro si es el pianista el que adentra la música al piano con sus habilidosas manos o el que, en cambio, extrae la música del instrumento musical. Y actuar en las obras de Shakespeare, dice, es de la misma naturaleza. El actor debe ser el dramaturgo y el personaje simultáneamente. Esta reflexión se ajusta a la idea de que Shakespeare antes de ser dramaturgo era un actor y antes de actor un poeta. A continuación comparte el proceso que realizó para pronunciar el principal soliloquio de Macbeth sintiéndose el dramaturgo y el personaje al mismo tiempo. Esto se puede lograr solo si conoce en profundidad el trabajo de Shakespeare: Mañana, mañana y mañana, comenta, es un discurso de absoluta desesperación. El soliloquio reza: “Mañana, y mañana, y mañana se arrastra con paso mezquino día tras día hasta la sílaba final del tiempo escrito, y la luz de todo nuestro ayer guío a los tontos hacia el polvo de la muerte”. ¡Apágate, apágate breve llama!

La vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y no se le oye nunca más. Es un cuento relatado por un idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada.” La repetición de “mañana” le quita valor a la palabra, así como cuando un niño repite la palabra “mañana” una y otra vez va perdiendo fuerza, asegura McKellen. La primera metáfora: se arrastra con paso mezquino día tras día hasta la sílaba final del tiempo escrito.

El actor destaca que los pasos que se refiere Shakespeare no son acompasados como el de un reloj, sino pasos mezquinos e irregulares. Luego resalta como un mañana sin valor que avanza hasta el fin.

La universalidad del texto shakespeariano

Aborda la futilidad del tiempo y la eternidad. Más adelante, destaca la siguiente línea: y la luz de todo nuestro ayer guío a los tontos hacia el polvo de la muerte, refiere al respecto que el actor debe enfocarse en el espacio mental correcto para recrear la imagen en su cabeza y sentirla en cada palabra. Ya que el actor, aunque sepa de antemano la sucesión de líneas, debe demostrar a la audiencia que las mismas le llegan naturalmente. Ian McKellen describe cómo se forma la imagen: Se imagina a un tonto de una aldea con una linterna que se apaga por un soplido del viento y que cae a la superficie polvorosa, (recordemos que Shakespeare asocia reiteradamente a la muerte con el polvo), pero no solo se refiere a un tonto sino a Lady Macbeth que en su última escena se la ve caminando como una sombra con una linterna en la mano, pero a la vez también se refiere al propio Macbeth y a toda la audiencia y lectores.

McKellen continúa deconstruyendo el soliloquio y llega a la parte central: La vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y no se le oye nunca más. Shakespeare logra que conceptos tan vastos se vuelvan concretos en el actor. La audiencia puede ver y sentir el dilema de Macbeth, y a la vez, descubre al actor con su máscara invisible realizando el papel en la obra, que se arrebata y contonea, que interpreta a un valiente guerrero, a un bufón o un asesino arrepentido. Y sigue: Es un cuento relatado por un idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada. La última línea del afamado soliloquio, afirma Ian McKellen que se puede decir tantas cosas, pero concentrándose en su proceso de actor, este, recomienda que se relacione con todos los conceptos previos del discurso y la obra: futuro, mañana, hoy, tiempo, tontos, linternas, actores, escenario, furia y la nada. Debe tener todos los conceptos en su cabeza. No para dar cátedra de algo en particular a la audiencia sino para que pueda expresarlo con todas sus herramientas como actor; sea con su voz, el lenguaje corporal, los movimientos faciales, que se suman a los elementos de la producción teatral: la vestimenta, el escenario y las luces de la producción.

El nihilismo como reflexión universal

Para complementar las ideas de Ian McKellen, consideramos que cuando Shakespeare escribe: Es un cuento relatado por un idiota. El poeta inglés realiza una autorreferencia a su trabajo como dramaturgo en donde por años y años se pasa ensayando, escribiendo y produciendo comedias, romances y tragedias que a fin de cuentas, en lo más profundo de su ser, sabe que no significan nada o convengamos, ¿cuál es el valor desde la perspectiva de Dios de describir los dramas y miserias de los seres humanos, tan vanidosos y violentos, que dan vueltas unos años en el mundo y luego desaparecen sin dejar rastros?

Sí, sus personajes hacen ruido en el escenario con discursos elocuentes; por un lado, prorrumpen en el escenario Hamlet, Marco Antonio o Falstaff y, por otro lado, llenos de furia, se arrastran Tuego, Ángelo o Ricardo III, pero al final: ¿Qué importancia real poseen tantas palabras y acciones conducidas por emociones descarriadas o por acciones muy meditadas? No es difícil llegar a la conclusión de Shakespeare: de que en realidad no significan nada… Por supuesto, tenemos mucho por lo que vivir, construir y colaborar en el mundo, pero una parte de nosotros puede comprender el nihilismo de Shakespeare y la importancia que tiene para guiar nuestras vidas.

La grandeza cinematográfica de Macbeth

De ahí la grandeza de Shakespeare, que crea obras llenas de ideas fascinantes, que provocan variadas interpretaciones, que valen la pena sentarse las horas que sean necesarias para analizarlas. Macbeth (2015) Existen varias adaptaciones de Macbeth al cine; sin embargo, recomendamos altamente la película de 2015 dirigida por Justin Kurzel y protagonizada por Michael Fassbender y Marion Cotillard en donde destacan su ambientación, fotografía, y particularmente su música, que se amolda a la pluma de Shakespeare de una forma tan especial que incluso el poeta inglés estaría sorprendido.

De ahí la grandeza de Shakespeare, que crea obras llenas de ideas fascinantes, que provocan variadas interpretaciones, que valen la pena sentarse las horas que sean necesarias para analizarlas. Macbeth (2015) Existen varias adaptaciones de Macbeth al cine; sin embargo, recomendamos altamente la película de 2015 dirigida por Justin Kurzel y protagonizada por Michael Fassbender y Marion Cotillard en donde destacan su ambientación, fotografía, y particularmente su música, que se amolda a la pluma de Shakespeare de una forma tan especial que incluso el poeta inglés estaría sorprendido. Otras versiones que debemos mencionar son Macbeth (1948) de Orson Welles, El Trono de Sangre (1951) de Akira Kurosawa y Macbeth (1978) de Phillip Casson. En la época que se estrenó la tragedia de Macbeth en el Globo, Shakespeare brillaba en Inglaterra como el dramaturgo más celebrado, se encontraba en lo más alto de su creatividad poética, y él lo sabía a la perfección, por ende no se guarda nada, y avanzaba a máxima velocidad y potencia para crear obras estupendas del calibre de Macbeth, el Rey Lear, Antonio y Cleopatra o Coriolanus. La pluma de Shakespeare retrata con maestría los peligros de la ambición y la destrucción interna de sus protagonistas que sufren una de las caídas más dramáticas de la historia de las historias e inspiró a incontables generaciones de escritores a crear las suyas propias que de una manera alegórica repiten el mismo bucle de violencia y destrucción de los Macbeth.

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