Por Claudio Velázquez
@claudiusvelaz
Nacido un 13 de junio de 1917 en la ciudad de Asunción; de humilde cuna, con una infancia transmitida a la perfección en sus magnas obras, girada en torno al pueblo de Iturbe, al cual se traslada con sus padres de niño. Aquí el trabajo de su madre Lucía sentará las bases en el magno escritor, con las lecturas constantes de la Biblia y obras de Shakespeare.
Retorna a Asunción a sus 8 años, con la finalidad de seguir avanzando en su formación. Sus padres tal vez hayan notado en el niño Augusto el potencial que sobrellevaba; y es en esta parte de su vida donde aparece a quien consideró como un padre: su tío Hermenegildo. El obispo Hermenegildo Roa, personaje fundamental en la historia eclesial del Paraguay, introdujo al escritor en la lectura de los emblemáticos Voltaire y Rousseau.
Los primeros pasos literarios
Ya en las puertas de su juventud, el estallido de la Guerra del Chaco despertó en el joven el deber de servir a la causa paraguaya. Su corta edad le permitió llegar a Puerto Casado, lugar en el cual sirvió como ordenanza, transportando agua y otros insumos en la logística. Al término de la guerra, un primer matrimonio y un trabajo como periodista en El País deparaban al escritor. Su participación en el poemario “Vy’a Raity” acrecentará de manera importante su potencial.
En 1945, a través de una invitación como corresponsal, permanece en Europa, pudiendo ser testigo de los destrozos de la Segunda Guerra Mundial. Ello le permitió entrevistar al propio De Gaulle y presenciar los juicios de Nuremberg.
El exilio y la persecución
A su vuelta al Paraguay, con el gobierno de Natalicio González y el advenimiento del gobierno de Stroessner tiempo después, implicará para Roa una serie de injustas acusaciones y persecuciones. Los dedos de altas autoridades lo apuntaban como ideario comunista, partidario de revoluciones marxistas, típicos argumentos utilizados para las persecuciones. En una ocasión permaneció escondido en un tanque de agua durante horas, para no delatar su presencia a los perseguidores.
Finalmente, para 1953, Roa se instala en Buenos Aires en uno de los más injustos exilios de la historia paraguaya. El Paraguay guarnecía a protagónicos agentes nazis bajo el escudo del gobierno, pero perseguía a intelectuales de la talla de Roa. Este exilio no fue impedimento para seguir prosperando, y Roa en este tiempo desarrolla sus obras cumbres: “Hijo de Hombre” (1960) y “Yo el Supremo” (1974). Este último fue censurado años después por dictaduras militares argentinas. Los últimos años de la década de 1970, lo vemos a Roa instalado en Francia.
El regreso y el reconocimiento
En 1982 su ingreso al Paraguay será rechazado por el dictador Stroessner, a quien Roa llamó “tiranosaurio”. Desde este episodio será uno de los actores con ardua tarea para la caída del dictador, dada finalmente en 1989. Este año dio la otra gran alegría: Roa recibe el Premio Cervantes.
Los lectores seguirán deleitándose con “Vigilia del Almirante” (1992), “El Fiscal” (1993) y “Contravida” (1994) entre otras obras. Un traumatismo de cráneo en abril de 2005 llevará a Roa a permanecer internado.Finalmente, el 26 de abril de 2005, un infarto terminaba con su vida.
“El Paraguay guarnecía a protagónicos agentes nazis bajo el escudo del gobierno, pero perseguía a intelectuales de la talla de Roa”.