Por Claudio Velázquez
@claudiusvelaz
Más que propicia una fecha para recordar el esfuerzo diario y sacrificio de la mujer paraguaya, quien, desde los periodos de inicio gradual de la nación paraguaya, demostró una firme actitud en diferentes situaciones. La mujer paraguaya encaró y sobrellevó dos guerras internacionales de gran magnitud, soportó el desarrollo de numerosas guerras civiles y revoluciones internas, y diferentes crisis sociales y económicas a lo largo de la historia, una fecha recordatoria es el mínimo gesto de gratitud ante tanto aporte.
La idea de la fecha de recordación parte con un grupo de mujeres estudiosas en 1974, bajo la coordinación de la historiadora Idalia Flores de Zarza, quien en conmoración a la “Primera Asamblea de Mujeres Americanas” llevada a cabo un 24 de febrero de 1867 en Asunción, en plena Guerra de la Triple Alianza, sugiere tener en cuenta dicha fecha.
El planteamiento tiene éxito, y finalmente es presentado como proyecto de Ley, por la diputada doña Carmen Lara Castro y aprobada la Ley en diciembre de 1974, bajo Ley N.º 498/1974. La misma, en su artículo 1°, dispone Declarase “Día de la Mujer Paraguaya”, en homenaje a la misma, el 24 de febrero de cada año, aniversario de la Asamblea de las mujeres paraguayas realizada en la Ciudad de Asunción en el año 1867, para contribuir a la defensa Nacional.
En el acto del 24 de febrero de 1867, las mujeres deciden la donación de parte de sus joyas a favor de la causa paraguaya, de manera a sostener la guerra sobrellevada por el Paraguay, ante la tríplice alianza. Se crearon comisiones en diferentes pueblos del Paraguay, los cuales, durante un tiempo aproximado de 5 meses, eran los encargados de la recolección. A la fecha el número exacto de mujeres que realizaron el donativo no es exacto, algunos hablan de un aproximado de 5.000 damas.
El destino final de las joyas es motivo de controversias; argumentos que hablan de su uso para acuñar y pagar en monedas al ejército, principalmente a personales extranjeros, fabricación de objetos de honra al Mariscal como espadas de oro y hasta versiones que hablan de una apropiación indebida de parte de Eliza Lynch. Más allá de estos argumentos, el hecho se mostró como parte de una fidelidad y compromiso de las mujeres paraguayas con el Paraguay.
Estas mismas mujeres, al término inmediato de la guerra, debieron soportar actos despiadados, injurias y violaciones, de parte de un ejército aliado de ocupación saqueador y rapiñador; y en medio de esta situación debieron llevar el esfuerzo de una reconstrucción nacional gradual.
Desde actividades de educación hasta trabajos rurales, todo solas y con el peso terrible de las pérdidas de seres queridos. Todo ello para que al final del día, derechos como el de la votación y el ejercicio de cargos públicos aún le fueran negados.
Y tal cual como se refería al inicio, la fecha es el mínimo reconocimiento a un verdadero pilar de la sociedad paraguaya, que más allá de su esfuerzo en la terrible tragedia de la Guerra de la Triple Alianza y otros conflictos; diariamente y desde un comienzo, en una durísima sociedad, lleva adelante un país.